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¿Puede el Omega-3 aumentar la masa muscular y la fuerza? Desvelando la Evidencia Científica

 

El omega-3 ha sido relacionado con la activación de rutas anabólicas como mTOR, generando expectativas sobre su capacidad para aumentar la masa muscular y la fuerza. Pero, ¿realmente hay un efecto directo? La evidencia actual indica que no… o al menos, no de forma concluyente en sujetos sanos. Lo que sí sabemos es que el omega 3 puede modular condiciones fisiopatológicas que indirectamente favorecen un entorno más propicio para la síntesis proteica.

¿Por qué nos interesa el omega-3 en el contexto muscular?

En el ámbito del rendimiento físico, la prevención de la sarcopenia y el envejecimiento saludable, la búsqueda de estrategias nutricionales para preservar o aumentar la masa muscular sigue siendo una prioridad. Uno de los candidatos que ha ganado atención es el omega-3, un ácido graso poliinsaturado de cadena larga presente en pescados grasos y suplementos dietéticos, con propiedades antiinflamatorias bien documentadas.

Importancia clínica y metabólica

La sarcopenia, entendida como la pérdida progresiva de masa y función muscular, representa un problema de salud pública en el envejecimiento y en patologías crónicas inflamatorias. Esta condición está mediada por una combinación de resistencia anabólica, inflamación crónica de bajo grado, y alteraciones en vías de señalización muscular como mTOR, una ruta clave en la regulación de la síntesis proteica. La pregunta entonces se impone:
¿Puede la suplementación con omega-3 tener un efecto real sobre la hipertrofia muscular y la fuerza funcional?

¿Cómo se ha investigado esta hipótesis?

Los estudios existentes sobre los efectos del omega-3 en la masa muscular se han realizado mayoritariamente en tres grupos poblacionales:

  1. Adultos mayores, con o sin sarcopenia diagnosticada.
  2. Pacientes encamados o con enfermedades crónicas como cáncer, insuficiencia cardíaca o renal.
  3. Sujetos jóvenes y sanos, aunque en menor número.

La mayoría de estos estudios evalúan variables indirectas como la síntesis proteica postprandial, expresión de proteínas asociadas a la vía mTOR, pruebas de fuerza isométrica o isocinética, y en algunos casos, cambios en la composición corporal mediante DEXA o resonancia magnética. Solo unos pocos han medido directamente el crecimiento muscular a través de biopsias o imágenes musculares seriadas.

¿Qué se ha encontrado hasta ahora?

  1. Activación de mTOR y síntesis proteica

El estudio de Smith et al. (2011) mostró que la suplementación con omega-3 (4 g/día de EPA+DHA) incrementaba la activación de mTOR y la síntesis proteica en respuesta a aminoácidos en adultos mayores. Sin embargo, no se midió la hipertrofia muscular real.

Importante: lo molecular no siempre predice el cambio fisiológico o funcional. Activar mTOR no garantiza más masa muscular si no hay un estímulo mecánico adecuado.

  1. Poblaciones envejecidas o con patologías

Los efectos más consistentes del omega-3 se han observado en sujetos con resistencia anabólica o inflamación crónica. En ellos, el omega-3 puede:

  • Disminuir la expresión de citoquinas inflamatorias como IL-6 y TNF-α.
  • Mejorar la sensibilidad anabólica a proteínas y ejercicio.
  • Reducir la degradación proteica (menos hipercatabolismo).
  • Favorecer el entorno celular para que se produzca síntesis muscular, aunque no lo induce directamente.
  1. Sujetos jóvenes y sanos

En jóvenes entrenados y con adecuada ingesta proteica, los efectos del omega-3 son marginales o nulos. Algunos estudios sugieren mejoras en la excitabilidad de membrana o en la eficiencia neuromuscular, pero sin aumentos sustanciales en masa muscular o fuerza funcional medible.

¿Qué significan estos hallazgos realmente?

Interpretación fisiológica

El omega-3 puede modular la vía mTOR y mejorar la sensibilidad del sarcolema a estímulos anabólicos. Pero esto no lo convierte en un agente anabólico directo. Su efecto debe entenderse como coadyuvante, especialmente útil en condiciones donde la capacidad anabólica basal está comprometida.

  • En condiciones subóptimas (dieta baja en proteínas, estados inflamatorios, edad avanzada), el omega-3 podría “desbloquear” cierta capacidad de síntesis que, de otro modo, no se manifestaría.

Relevancia clínica

Para pacientes con enfermedades crónicas, hospitalizados, encamados o con sarcopenia, el omega-3 puede ser una intervención segura y potencialmente efectiva para mejorar la función muscular o ralentizar su deterioro.
En atletas o adultos sanos con buena dieta y entrenamiento, el suplemento no sustituye ni potencia significativamente el estímulo mecánico del ejercicio ni una alimentación proteica adecuada.

Comparación con estudios previos

Este patrón es coherente con otros estudios sobre nutrientes que modulan rutas anabólicas (como la leucina o HMB): en sujetos sanos, bien nutridos y entrenados, el margen de mejora es pequeño, porque el sistema muscular ya responde al máximo estímulo fisiológico.
En cambio, en individuos con déficit, inflamación o inactividad, el impacto es más visible.

Limitaciones de la evidencia

  • Pocos estudios de largo plazo en sujetos jóvenes.
  • Heterogeneidad en dosis, tipo de omega-3 (EPA vs. DHA), y duración del tratamiento.
  • Ausencia de datos robustos sobre hipertrofia evaluada por métodos de imagen o biopsia.
  • Muchos estudios no incluyen ejercicio como variable controlada.

Implicaciones y próximos pasos

  • Investigación futura: Necesitamos estudios en sujetos sanos que combinen entrenamiento estructurado, diferentes niveles de ingesta proteica y suplementación con omega-3 para evaluar posibles sinergias o efectos umbral.
  • Aplicaciones clínicas actuales: En el contexto geriátrico, de rehabilitación o de enfermedades inflamatorias crónicas, el omega-3 sí puede tener un papel relevante como parte de una estrategia multimodal.
  • No es una «pastilla para músculos»: Su uso debe contextualizarse según el estado metabólico y la ingesta nutricional del individuo.

¿Qué debemos recordar?

El omega-3 no es un suplemento anabólico directo. Aunque activa mTOR en algunas condiciones y puede modular la síntesis proteica, su impacto real sobre la masa muscular y la fuerza depende del contexto clínico y metabólico del individuo.
En sujetos con inflamación crónica o resistencia anabólica, puede ser útil. En jóvenes sanos, bien nutridos y entrenados, sus beneficios son mínimos o indirectos.
Lo que sí podemos afirmar es que mejora el entorno metabólico para que otros estímulos (proteína y ejercicio) sean más efectivos, especialmente en poblaciones vulnerables.

Referencias:

  • Smith, G.I. et al. (2011). Omega-3 fatty acids augment the muscle protein anabolic response to hyperinsulinemia-hyperaminoacidemia in healthy older adults. Clinical Science.
  • Tipton, K.D., Wolfe, R.R. (2001). Exercise, protein metabolism, and muscle growth. International Journal of Sport Nutrition and Exercise Metabolism.
  • Calder, P.C. (2015). Marine omega-3 fatty acids and inflammatory processes: Effects, mechanisms and clinical relevance. Biochim Biophys Acta.

¿Y tú, has probado el omega-3 como parte de tu régimen de entrenamiento o recuperación?

¿Te interesa conocer más sobre su uso clínico en patologías musculares o inflamatorias?
Déjanos tu comentario, comparte este artículo con colegas o pacientes interesados y únete a la conversación sobre nutrición basada en evidencia.

 

¡Somos Samai!

Por:
María José Mancheno
Master en Nutrición Metabólica
Especialista en Nutrición Deportiva y Obesidad

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