¿Y si el problema no es la lesión, sino la falta de fe en el potencial de recuperación? Este artículo cuestiona la pasividad en rehabilitación neurológica y propone un enfoque activo basado en la neuroplasticidad y la teoría de la programación motora. A veces, el mayor obstáculo no es el daño cerebral, sino nuestra incapacidad para imaginar soluciones creativas.
¿Hemos renunciado demasiado pronto a nuestros pacientes?
La atención clínica en neurología y fisioterapia ha avanzado considerablemente en las últimas décadas, pero persiste una inercia peligrosa: asumir que ciertos pacientes “no pueden mejorar” tras una lesión neurológica. Esta actitud, disfrazada de realismo, no solo es prematura, sino fisiológicamente incorrecta. El cerebro humano es un órgano extraordinariamente plástico, dotado de una capacidad asombrosa para reorganizarse, adaptarse y encontrar nuevas rutas funcionales incluso después de un daño severo.
Este artículo busca responder una pregunta clave: ¿realmente hemos agotado todas las posibilidades terapéuticas o simplemente hemos dejado de intentarlo con la suficiente creatividad y constancia? En el centro de esta discusión se encuentra la teoría de la programación motora y la activación de generadores de patrones centrales (GPC), herramientas subutilizadas que pueden marcar la diferencia entre una vida dependiente y una vida en movimiento.
Desde el punto de vista clínico, muchos pacientes con lesiones neurológicas —ictus, traumatismos craneoencefálicos, lesiones medulares incompletas— mantienen capacidades residuales significativas. Sin embargo, se ven condenados al estancamiento funcional por abordajes terapéuticos pasivos que no estimulan los mecanismos naturales del cerebro y médula para recuperar el control motor.
El cerebro no es un aparato dañado, es un sistema vivo y adaptable: ¿Cómo se entrena un sistema motor que no se ha rendido?
A diferencia de los programas de rehabilitación basados en repeticiones mecánicas o en estimulación eléctrica pasiva, el enfoque propuesto se centra en la activación deliberada de secuencias motoras complejas mediante tareas rítmicas, coordinadas y dinámicas. Este método no enseña movimientos aislados, sino que reactiva patrones de movimiento almacenados a nivel medular y troncoencefálico, incluso cuando el control cortical ha sido dañado.
Elementos clave del enfoque:
- Movimientos alternantes y rítmicos (ej. caminar en marcha asistida).
- Cambios de velocidad y dirección para fomentar ajustes posturales automáticos.
- Estímulos auditivos o visuales sincronizados con el movimiento para facilitar la automatización.
- Reducción gradual de la asistencia externa para promover independencia motora.
Estos estímulos provocan respuestas en los GPC, verdaderas «orquestas» neuronales que generan secuencias de movimiento automáticas. Son tan básicos como esenciales, y están diseñados por la evolución para que podamos caminar, correr o nadar sin pensar en cada paso.
Lo que el cerebro aún puede hacer
Estudios recientes han demostrado que la activación de GPC mediante estrategias motoras activas mejora significativamente la coordinación, el equilibrio y la velocidad de marcha en pacientes neurológicos, incluso años después de la lesión inicial. Además, se han observado:
- Reorganización cortical medida por resonancia funcional (fMRI).
- Incremento en la conectividad funcional entre áreas motoras secundarias y estructuras subcorticales.
- Reducción del tono muscular espástico gracias a la modulación de reflejos patológicos.
Lo más llamativo es que estos resultados no dependen del grado de lesión inicial, sino de la intensidad, variabilidad y creatividad del programa terapéutico aplicado. Esto confirma que simple no es sinónimo de inútil, sino de esencial.
Rehabilitar no es repetir movimientos, es reactivar sistemas
El hallazgo central es claro: muchos pacientes no fracasan en rehabilitación porque no puedan mejorar, sino porque su sistema de atención se rinde demasiado pronto. La neuroplasticidad no es una teoría romántica, sino una propiedad biológica demostrada en laboratorio y clínica. Lo que falta no es potencial, sino estrategias adecuadas para activarlo.
Esto plantea preguntas incómodas:
- ¿Estamos capacitando a los profesionales para innovar en rehabilitación?
- ¿Por qué siguen predominando terapias pasivas en contextos donde la estimulación activa es vital?
- ¿No deberíamos medir la eficacia clínica también por la capacidad de no rendirse?
El modelo propuesto no ignora la gravedad de algunas lesiones, pero propone una mirada distinta: aprovechar lo que queda, no resignarse por lo que se perdió. Las rutas alternas existen, pero hay que buscarlas con imaginación y rigor.
Comparación con enfoques anteriores
Mientras la rehabilitación tradicional enfatiza el control cortical y el reaprendizaje consciente de movimientos, la activación de patrones motores centrales permite delegar parte del trabajo al sistema nervioso inferior, que puede ser reactivado incluso con mínimo control voluntario. Esto ha demostrado ser más efectivo en fases crónicas donde la mejora parecía improbable.
¿Por qué no lo hacemos más? Limitaciones y barreras reales
- Requiere mayor formación por parte de terapeutas.
- Necesita inversión en dispositivos de marcha asistida o entornos dinámicos.
- Es un proceso más largo y exige adherencia tanto del paciente como del profesional.
El futuro de la rehabilitación está en la activación, no en la resignación
Replantear la rehabilitación como un proceso activo, creativo y centrado en la neuroplasticidad podría transformar los resultados clínicos. La combinación de patrones motores rítmicos, tareas variables y estimulación sensorial multimodal se perfila como una de las estrategias más prometedoras para recuperar función en lesiones neurológicas.
En un futuro cercano, podríamos ver:
- Plataformas digitales que adaptan en tiempo real las tareas motoras al nivel funcional del paciente.
- Realidad virtual rítmica aplicada a la reactivación de GPC.
- Protocolos estandarizados de neurorehabilitación activa que reemplacen las terapias pasivas.
Conclusión: mientras haya una neurona, hay esperanza
El cerebro no se da por vencido. Y nosotros tampoco deberíamos hacerlo. Mientras haya neuronas, hay posibilidad de cambio. Mientras haya movimiento, aunque sea mínimo, hay posibilidad de reconstruir caminos. Lo que falta no es tecnología, sino convicción clínica, paciencia terapéutica y creatividad neurofuncional.
Dejar de decirle a los pacientes que “esta es su nueva normalidad” y empezar a decirles “vamos a buscar lo que todavía puede ser” no es solo más humano, es más científico.
Referencias básicas
- Neuroplasticity and motor learning in the recovery of function – PubMed Central
- The role of central pattern generators in locomotion – Neuron
- Active vs passive movement therapy in stroke rehabilitation – Journal of Stroke and Cerebrovascular Diseases
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Por:
Estefanía Guaranga
- Fisioterapista
- Especialista en Neurorrehabilitación muscular y sensorial
- Especialista en Rehabilitación de la voz y el habla
- Especialista en Terapia Sensorial