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¿Debo dejar los lácteos si tengo artritis? Lo que dice la ciencia sobre la leche, inflamación y salud articular

 

A muchas personas con artritis se les recomienda eliminar los lácteos por su supuesto efecto proinflamatorio. Pero ¿qué tan cierto es esto? La ciencia reciente sugiere que esta restricción podría no solo ser innecesaria, sino también contraproducente.

Una recomendación común, pero ¿bien fundamentada?

Para quienes viven con artritis, cada recomendación médica puede marcar una gran diferencia en su calidad de vida. Una de las más comunes —y controvertidas— es la de eliminar completamente los productos lácteos bajo la idea de que empeoran la inflamación articular. Sin embargo, esta recomendación, que parte de una lógica aparentemente razonable, no siempre está respaldada por la evidencia científica más actual.

La artritis, en cualquiera de sus formas (osteoartritis, artritis reumatoide, espondiloartritis, entre otras), se caracteriza por procesos inflamatorios que dañan progresivamente las articulaciones. Por ello, tiene sentido intentar reducir cualquier fuente potencial de inflamación desde la dieta. Pero ¿es la leche una de ellas?

En este artículo revisaremos qué dicen los estudios más recientes sobre el consumo de lácteos en personas con artritis, desmitificaremos creencias comunes y plantearemos recomendaciones basadas en ciencia.

El mito de los lácteos inflamatorios: ¿de dónde viene?

Durante años, se ha considerado que los lácteos podrían tener un efecto proinflamatorio. Esta creencia se originó, en parte, por estudios en animales que identificaron a una proteína de la leche, la beta-caseína A1, como potencialmente inflamatoria. Este compuesto, al digerirse, libera beta-casomorfina-7, una molécula que en ciertos contextos puede inducir la liberación de histamina y activar respuestas inmunes.

Sin embargo, estos efectos se observaron al administrar el compuesto aislado en animales o células, no en humanos consumiendo leche completa. En condiciones reales de consumo, la leche no actúa como un solo nutriente, sino como una matriz compleja con múltiples componentes que pueden modular su efecto final.

¿Qué muestran los estudios en personas con artritis?

La evidencia acumulada en los últimos años contradice la idea de que los lácteos empeoran la inflamación en personas con artritis:

  • Nieman et al. (2020) analizaron marcadores inflamatorios en adultos tras el consumo de productos lácteos. El hallazgo fue claro: los efectos fueron neutros o incluso antiinflamatorios en la mayoría de los casos.
  • Un metaanálisis publicado en Critical Reviews in Food Science and Nutrition (Soedamah-Muthu et al., 2019) evaluó la relación entre productos lácteos y niveles de proteína C reactiva (PCR), un marcador sensible de inflamación. ¿El resultado? El consumo de lácteos no aumentó la inflamación.
  • En artritis reumatoide, algunos estudios preliminares con probióticos lácteos fermentados (como el kéfir o el yogur) muestran incluso mejoras en parámetros inmunológicos y calidad de vida, aunque se requieren estudios más robustos (Farid et al., 2019).

Diferenciar síntomas digestivos de inflamación sistémica

Muchos pacientes con artritis refieren molestias digestivas tras consumir leche: hinchazón, gases o diarrea. Esto es completamente real, pero no necesariamente tiene que ver con inflamación articular o sistémica.

Lo que ocurre en estos casos suele ser:

  • Intolerancia a la lactosa, que impide digerir bien el azúcar de la leche.
  • Sensibilidad a ciertas proteínas lácteas, sin que esto implique una respuesta inmune o inflamatoria generalizada.

En estos casos, los síntomas son digestivos, no inmunológicos ni inflamatorios a nivel articular. Es importante distinguir entre una molestia intestinal y una exacerbación de la artritis, que son procesos completamente distintos.

El papel de los lácteos fermentados en la inflamación

Algunos productos lácteos fermentados como el yogur natural, el kéfir o ciertos quesos blandos tienen efectos probióticos que modulan la microbiota intestinal y reducen la inflamación.

  • Wastyk et al. (2021) demostraron que una dieta rica en alimentos fermentados aumenta la diversidad microbiana intestinal y reduce citoquinas proinflamatorias como la IL-6.
  • Mejorar la salud intestinal puede impactar positivamente en enfermedades autoinmunes e inflamatorias, incluida la artritis reumatoide.

Además, los lácteos aportan nutrientes clave para la salud ósea y muscular, como:

  • Calcio
  • Vitamina D
  • Proteínas de alta calidad
  • Fósforo y magnesio

Estos nutrientes son particularmente importantes en pacientes con artritis, que tienen mayor riesgo de osteopenia y sarcopenia debido a la inflamación crónica y al uso prolongado de corticoides.

¿Y si dejo los lácteos? Consecuencias a considerar

Eliminar los lácteos sin una razón médica clara puede tener consecuencias a medio y largo plazo, especialmente si no se reemplazan adecuadamente los nutrientes que aportan.

Entre los efectos posibles se encuentran:

  • Déficit de calcio y vitamina D, aumentando el riesgo de osteoporosis y fracturas.
  • Reducción de la síntesis de lactasa, lo que puede inducir una intolerancia secundaria con el tiempo.
  • Pérdida de diversidad bacteriana intestinal, si no se compensan con otros alimentos fermentados.

Por supuesto, hay personas que no toleran los lácteos ni siquiera en forma fermentada o deslactosada. En estos casos, se puede prescindir de ellos siempre que se sustituyan adecuadamente.

Recomendaciones claras y basadas en evidencia

  1. No elimines los lácteos por defecto solo por tener artritis. Evalúa si te causan síntomas reales o no.
  2. Prefiere los lácteos fermentados, como yogur natural o kéfir, que son mejor tolerados y aportan beneficios adicionales.
  3. Si decides eliminarlos, asegura un aporte adecuado de calcio, proteínas y vitamina D por otras vías (vegetales, frutos secos, bebidas fortificadas).
  4. Habla con tu nutricionista antes de hacer cambios drásticos en tu dieta. Cada caso debe evaluarse individualmente.
  5. No confíes en modas alimentarias o recomendaciones sin evidencia. Lo que es beneficioso para una persona puede no serlo para otra.

Conclusión: lácteos y artritis, un vínculo que hay que entender, no asumir

La idea de que los lácteos son proinflamatorios en pacientes con artritis no se sostiene con la evidencia científica actual. Lejos de agravar la inflamación, los lácteos —especialmente los fermentados— pueden ser beneficiosos o, en el peor de los casos, neutros.

Eliminar un grupo de alimentos sin base médica puede derivar en deficiencias nutricionales y pérdida de calidad de vida. La clave está en la individualización, el seguimiento clínico y las decisiones informadas, no en generalizaciones.

Referencias y lecturas clave

 

¿Vives con artritis y tienes dudas sobre los lácteos?

Comparte tu experiencia, pregúntanos en los comentarios o consulta con nosotros. Y si este artículo te ha ayudado, compártelo con alguien que necesite esta información basada en ciencia, no en mitos.

 

Hablemos con evidencia y sin humo … ¡Somos Samai! 

 

Por:
María José Mancheno
Master en Nutrición Metabólica

Master en Obesidad y Enfermedades Metabólicas
Especialista en Nutrición Deportiva

Especialista en Nutrición en Inflamación, microbiota y patologías digestivas

Especialista en tratamiento FODMAP

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