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«Alcohol: y las huellas que deja en tu piel»

¿Sabías que lo que bebes puede marcar tu rostro?

Diversas investigaciones han revelado que el consumo de alcohol, incluso en cantidades consideradas moderadas, puede acelerar el envejecimiento facial. Cambios como la pérdida de volumen en las mejillas, la aparición de bolsas bajo los ojos o capilares visibles podrían estar ligados directamente a los hábitos de consumo alcohólico.

¿Qué tiene que ver el alcohol con la piel?

El envejecimiento cutáneo es un proceso natural que resulta de la combinación de factores internos (genéticos y hormonales) y externos, conocidos como factores extrínsecos. Entre estos últimos, la exposición solar crónica (rayos UV), el tabaquismo, la contaminación atmosférica y el consumo de alcohol ocupan un lugar destacado.

Aunque durante años se ha reconocido el daño que el tabaco y la radiación ultravioleta ejercen sobre la piel, el impacto del alcohol en el envejecimiento cutáneo ha sido menos explorado. No obstante, recientes estudios han empezado a evidenciar cómo esta sustancia altera procesos fisiológicos claves para el mantenimiento de una piel saludable.

Desde el punto de vista clínico y fisiopatológico, el alcohol promueve un estado proinflamatorio, favorece el estrés oxidativo y deteriora la producción de colágeno y elastina, componentes esenciales de la matriz extracelular. Este proceso genera cambios visibles en la piel, contribuyendo a una apariencia envejecida de forma prematura.

¿Cómo se estudió la relación entre alcohol y envejecimiento facial?

Uno de los estudios más completos hasta la fecha fue publicado en 2019 en The Journal of Clinical and Aesthetic Dermatology. Participaron más de 3.000 mujeres, entre los 18 y los 75 años, pertenecientes a múltiples razas y nacionalidades. Esta diversidad permitió observar con mayor precisión cómo el consumo de alcohol afecta a la piel en distintos grupos poblacionales.

Para evitar confusiones, se excluyeron aquellas mujeres que se hubieran sometido a procedimientos estéticos como cirugías plásticas, uso de toxina botulínica, retinoides tópicos u hormonoterapia dérmica.

Se utilizó una escala foto-numérica validada para evaluar los principales signos del envejecimiento facial: arrugas, pérdida de volumen, cambios vasculares y alteraciones en los labios y surcos faciales. Además, se registraron los hábitos de consumo de alcohol (cantidad y tipo de bebida) y se clasificaron como:

  • Consumo moderado: hasta 7 bebidas por semana.
  • Consumo excesivo: 8 o más bebidas por semana.

¿Qué cambios aparecen en la piel con el alcohol?

Los resultados del estudio revelaron asociaciones estadísticamente significativas entre el consumo de alcohol y varios signos visibles de envejecimiento facial. A continuación, se presentan los hallazgos más destacados:

  • Pérdida de volumen en la parte media de la cara: Aumento significativo, especialmente en bebedoras excesivas.
  • Bolsas debajo de los ojos: Asociadas tanto a consumo moderado como excesivo.
  • Vasos sanguíneos visibles en las mejillas: Mayor frecuencia en bebedoras empedernidas y consumidoras de vino.
  • Apariencia facial envejecida general: Notablemente mayor en el grupo de bebedoras empedernidas.

Dato clave: El grupo de mujeres de entre 50 y 69 años fue el que concentró la mayor proporción de consumo excesivo de alcohol, y también mostró un mayor deterioro facial.

¿Qué hay detrás de estos cambios? Mecanismos fisiológicos implicados

El alcohol interfiere en múltiples funciones celulares y tisulares. En el contexto del envejecimiento cutáneo, se destacan los siguientes mecanismos:

  1. Estrés oxidativo:
    El etanol promueve la formación de radicales libres y reduce la capacidad antioxidante de la piel, especialmente los niveles dérmicos de carotenoides. Esto favorece el daño celular y altera la regeneración cutánea.
  2. Inflamación crónica:
    El consumo habitual de alcohol activa rutas proinflamatorias (como NF-κB), lo que impacta negativamente en la función inmunológica cutánea y acelera la degradación de fibras dérmicas.
  3. Vasodilatación persistente:
    La dilatación de capilares cutáneos genera mayor visibilidad de vasos en mejillas y nariz, característica común de la rosácea alcohólica.
  4. Alteración en la síntesis de colágeno y elastina:
    Los fibroblastos, responsables de producir estos componentes clave de la dermis, se ven inhibidos en su función bajo los efectos del alcohol.
  5. Deshidratación y pérdida de volumen facial:
    El alcohol actúa como diurético y modifica la distribución de grasa subcutánea, lo cual contribuye a una apariencia más hundida y fatigada.

Implicancias clínicas y sociales

El estudio mencionado refuerza la noción de que el alcohol no solo afecta órganos internos como el hígado o el cerebro, sino que también deja huellas visibles en la piel. La asociación entre envejecimiento facial y consumo de alcohol, incluso moderado, plantea interrogantes relevantes para la salud pública y la medicina preventiva.

En particular, los hallazgos se alinean con estudios anteriores que han vinculado el alcohol con enfermedades inflamatorias de la piel como la rosácea o la psoriasis. Sin embargo, lo novedoso de este análisis radica en la amplitud de la muestra y en el enfoque estético-clínico de los parámetros analizados.

Aunque el vino tinto es una fuente conocida de polifenoles antioxidantes como el resveratrol, no se encontraron evidencias claras de que su consumo atenúe el daño dérmico relacionado con el alcohol. Por el contrario, las consumidoras frecuentes de vino también presentaron vasos visibles en las mejillas.

Limitaciones del estudio:

  • Diseño transversal: no permite establecer una relación causal definitiva.
  • Autorreporte del consumo de alcohol: puede estar sesgado por subestimaciones.
  • No se analizaron variables como la dieta, el ejercicio físico o el uso de cosméticos.

Conclusión: menos alcohol, piel más sana

El consumo regular de alcohol, en particular en cantidades excesivas, acelera el envejecimiento facial al promover inflamación, daño oxidativo y pérdida de estructura dérmica. Las mujeres que beben ocho o más bebidas a la semana mostraron signos más marcados de envejecimiento facial, incluyendo pérdida de volumen en la cara media, bolsas bajo los ojos y mayor visibilidad de vasos sanguíneos.

Reducir o eliminar el consumo de alcohol puede ser una estrategia efectiva no solo para proteger órganos internos, sino también para preservar la salud de la piel.

Referencias y lecturas recomendadas

  • Goodman et al. (2019). Impact of Smoking and Alcohol Use on Facial Aging in Women
  • Boule & Kovacs (2017). Alcohol, aging, and innate immunity
  • NIH – Effects of alcohol on skin health
  • Artículo relacionado en nuestro blog: ¿Qué es el fotoenvejecimiento y cómo prevenirlo?

¿Y tú, sabías que el alcohol podía afectar tu piel de esta manera?

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Déjanos tus preguntas o comenta tu experiencia con el cuidado de la piel y el consumo de alcohol.
¡Tu piel habla de ti, escúchala!

 

Hablemos con evidencia y sin humo … ¡Somos Samai! 

 

Por:
María José Mancheno
Master en Nutrición Metabólica

Master en Obesidad y Enfermedades Metabólicas
Especialista en Nutrición Deportiva

Especialista en Nutrición en Inflamación, microbiota y patologías digestivas

Especialista en tratamiento FODMAP

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